Andrés, entró en un gabinete precioso, decorado con un lujo que daba prueba de su prosperidad. En una gran mesa, debajo de un espejo isabelino, había una bola de cristal, unas barajas; en el centro de la mesa sobre un tapete azul había una baraja muy especial, con la que Julia inició sus misteriosos movimientos. Le pidió a Andrés que la cortara con la mano izquierda. A continuación, le preguntó la fecha de su nacimiento, la primera letra de su nombre y la primera letra del lugar donde había nacido. También le preguntó el animal que más le atraía, el color y el número que más le complacían. Andrés respondió a todas esas preguntas sin vacilar. Después de unos minutos, casi un cuarto de hora, tiempo durante el cual había dispuesto todas las cartas en orden sobre la mesa, examinó su cabeza. De repente, en una prosa cuidada, y con gran rapidez y articulación clara, comenzó a describir su carácter y su pasado. Julia, fue tan precisa y tan acertada, incluso en los pequeños detalles, que Andrés quedó fascinado. Desde ese día se convirtieron en amigos.
Julia, fue la mujer que sembró las semillas para la renovación de un ser humano hundido en el dolor y la desesperanza. La vida le regala al hombre muchas experiencias y le hace rico en el interior, si acoge los impulsos del día y vive según ellos. Julia decidió enseñar parte de la casa a Andrés. -Los antiguos- murmuró Julia- parecen haber entendido el precio de perder la humanidad. Pero nosotros... -Pasaron junto a una capillita. Sobre un pedestal se erguía una estatua de la Virgen, adornada con guirnaldas de sampaguitas Julia se persignó mientras continuaban su camino. -¿Eres cristiano?-dijo Julia, Andrés le responde un no, con una nota de embarazo...
El cristianismo está en la sangre. Además cuando lo trascendental se pierde, y más aún en tiempo de guerra, la gente se vuelve hacia toda clase de cosas en busca de consuelo, no importa lo foráneas que sean. -¿Foráneas? -dijo Andrés: El cristianismo es una religión muerta. Está olvidado. Aquí no hay que quién viva feliz; a la gente le importa poco un hombre crucificado hace miles de años, ¡a mí no!, poco me importa, es más, yo creo que las diosas Artemisa, Diana, Adonis, yo creo en mis diosas, incluso creo en Kali; no creo en las supersticiones cristianas. -Julia frunció el ceño. -Pero si creo en los Arcángeles. La espada de San Miguel florece bajo su advocación- dijo el chico con una sonrisa seca-, aunque, por supuesto, la incógnita de si yo también prosperaría sigue siendo parte del misterio divino. -El único misterio -dijo Julia- es si tú, querido amigo, tienes más alma que tus acosadores.
-Es difícil para los que procedemos de una infancia oscura saber si tenemos o no alma -dijo Andrés, apartando la mirada de Julia y mirando al frente, como intentando discernir algún final en el luminoso jardín. -Desde luego -dijo Julia-. La religión de mis antepasados es el nihilismo. Lo único que les quedó a mis ancestros tras tres siglos de guerras es la capacidad de maldecir. No es una filosofía según la cual vivir. -Pero yo todavía maldecía a los que habían precipitado nuestro exilio. Y maldecía además muchas otras cosas. Seguimos en silencio. Junto a los caminos andados, cabañas de plástico azul cobijaban a las masas que, pese a los nocivos efectos de la oscuridad en sus cerebros, habían conseguido dominar el arte de construir toscas viviendas de juncos. Entramos entonces en las tierras deshabitadas.
Los campos embarrados que nos rodeaban habían sido una vez arrozales. Y los restos fantasmales de pueblecitos por los que pasábamos habían resonado una vez con la charla de los campesinos y el mugir de los carabaos. Pero las incursiones desde el Submundo, con el tiempo habían tenido el efecto de despoblar el campo; los pactos con los seres infernales se cobraban un alto precio, todos morían de una forma muy siniestra, la piel desgarrada, la cretinización de los pobres poseídos. Los sortilegios y embrujos, hacían que los seres del Bajo Astral aterrizaban como pájaros entrando en un páramo muerto. A los poseídos no se les veían por ninguna parte, tropezaban a menudo, complicándoseles más el descenso a los abismos.
-Julia, la noche de San Juan hice un ritual vendí mi alma a las diosas. -Oh, por favor, cariñito -dijo ella, atragantándose y estremeciéndose-, por favor, cuida de ti. Dijiste que no eras cristiano... -¿Sabes qué me pasaría? -Se sentía turbado, congestionado. Había hecho el ritual al submundo, por el hecho de ganar dinero gracias a la ayuda de las diosas, él chico pensaba que se haría millonario. Él pensaba que así recibiría un trato mejor. Mejor tratado por la gente de su alrededor, un chico que se aferraba a ella porque era la única persona del mundo que lo había conmovido, que lo había sacado de su estado de hipoafectividad crónica. Se detuvo. -Andrés, mi conocimiento de lo que constituye la felicidad doméstica es severamente limitado, y no sé, si al intentar convencerte de que tu decisión es errónea y muy limitada, si te dijera la verdad te sonaría como si te hablara un tratante de ganado repasando una lista de cabras o de caballos.
Y, ¿qué has conseguido? -Nada, sólo golpes. -Toda tu vida te has colocado en un pedestal para tu admiración. Tú no crees que tu madre estará harta. Harta de tus preocupaciones vanas y egoístas, tus pretensiones y tus, tus... gustos. -Se volvió y lo atrapó mirando a los chicos que jugaban al fútbol en el jardín-. ¡Tus devaneos! - Él se sonrojo, se sonríe y levantó los brazos, como para protegerse de los golpes que sabía que no llegarían. No le gustaba ver a Julia en ese estado de ánimo. Le daba miedo-. ¡Y mira este traje! -añadió, alargando el brazo y cogiendo la falda entre sus largos dedos-. ¿Con cuántos hombres he tenido que dormir para comprar esto? ¡Apenas salí de mi casa visto como una mujer. -¡Eres un presumido! En fin, que eres un chulo de hombres. -Sus ojos se habían vuelto acuosos.
-¡Maldición, líbrame de esto! Líbrame de las lágrimas de una mujer - pensó. Pero las lágrimas ya estaban en pleno fluir. Su cabeza estaba inclinada, y aspiraba grandes bocanadas de aire, con el cuerpo temblándole atrás y adelante como si estuviera acunando a un bebé.
<<Cuando se habla del confusionismo de ideas existentes en Francia, del relajamiento de sus costumbres, etc., se cita siempre a dos principales responsables: Descartes, que con su método discursivo introdujo la duda, y la vida fácil, propicia a la sensualidad.
Parece evidente que nuestros vecinos han llevado demasiado lejos su afición al razonamiento, que ello ha situado en un mismo plano verdades y errores, y ha creado un estado de escepticismo en las mentes y conducido a muchos franceses a justificar, por medio de la dialéctica, actos y situaciones injustificables. También parece cierto que la riqueza del país, la abundancia de agua y la extraña sabiduría de sus habitantes para las creaciones que halagan la imaginación y los sentidos, han hecho de Francia entera, no sólo de París, una plataforma donde todos los ensayos del placer se dan cita, y que ello, el desgaste natural y el universal mismo de que han sido objeto han roído las resistencias morales de una parte de la población.
Ahora bien, basta con imaginar, por un momento, los resultados que tales peligros habrían conseguido en otro país que no fuera Francia, para advertir hasta qué punto hay algo inmutable y perenne en nuestros vecinos. Un sedimento de cordura y buen sentido, una honda raíz nutrida de cristianismo, cultura y espíritu cívico, que les permite mantener un rango a pesar de todo, un nivel de vida y figurar siempre entre las pocas colectividades terrestres que construyen aparatos, inventan cosas, escriben como los Ángeles buenos libros, dan soberbios recitales de música, saben nadar, mandan misiones científicas al Polo Norte, ruedan maravillosos documentales cinematográficos en el centro de África, etc.
Por otra parte, si es preciso reconocer que Francia, como pueblo -y nos referimos a la historia contemporánea- ha dado muestras de una extraña debilidad en la defensa de sus fronteras, de sus colonias y de sí misma... Hay que ver lo que para un país significa esta continua absorción de mentalidades y costumbres extranjeras. Hasta que punto su contextura personal ha de ser recia e insobornable para no descomponerse y sucumbir. Porque, los expatriados en Francia se cuentan por docenas de millares. Algunos son personas de bien y de provecho, como buen número médicos e ingenieros que vienen huyendo, desde 1945, de Checoslovaquia, Hungría, Rumania, pero otros... En Francia han establecido sus cuarteles generales, en una u otra época, desde Líster y el Campesino hasta Faruk y el Aga Khan.
Creo que, al hablar de Francia, es indispensable tener este dato en cuenta. Entre todos los países es el más acribillado, mucho más que Estados Unidos, pues la inmigración de Estados Unidos está sujeta, desde muchos puntos de vista, a una criba implacable. Francia admite -droit d'asile- sabiendo que para ella significará una dura carga moral. Es cierto que lo hace porque quiere y que a menudo acaba utilizando estos brazos como mano de obra, ante el regocijo del francés medio. Pero ¿qué otro país podría permitirse este lujo sin desembocar en la catástrofe, en una Torre de Babel? Y de no existir Francia, ¿donde se iría esa gente, los fugitivos del mundo entero? (Diario de Barcelona, 1953.)>>
Los franceses hablan con los Ángeles de ahí tanto Amor. Cuando hay mucho amor se cuenta con todo lo necesario para cultivar una vida extraordinaria. Ahora es el momento de pensar en los cimientos sobre los que construir la Edad Dorada. Tu trabajo, tus relaciones y tu propio ser se apoyan en tus valores, tu ética y tus creencias básicas. Tienen todo lo que necesitas para convertir al hierro en oro. En tu proceso alquímico, el producto final será la próspera vida que todos deseamos. Es el momento de construir sobre los cimientos sólidos que ya has sentado para alcanzar el éxito. Ten en mente que la refulgente energía de tu propósito impregna estos bloques de construcción. Sé el dueño de tu sueño y recuerda que la abundancia te acompaña, pues nunca te falta nada y siempre te bastas por ti solo. Tu creatividad, inspirada divinamente, hará que el diseño de tu vida vaya tomando forma al servicio del mundo. Estás destinado a alcanzar la gloria. Andrés, ¿dónde se construyó la Estatua de la Libertad que es el emblema de Nueva York? En Francia. De ahí, llega el nacimiento de la Edad Dorada, de la mano de su reina María Antonieta, con sus visiones, la veo en los cielos lanzando rosas rosas.
Los libros nos ayudan a sobrevivir en las grandes catástrofes históricas y en las pequeñas tragedias de nuestra vida. Como escribió Cheever, un explorador del subsuelo oscuro: <<No poseemos más conciencia que la literatura... La literatura ha sido la salvación de los condenados, ha inspirado y guiado a los amantes, vencido la desesperación, y tal vez en este caso pueda salvar al mundo>>.
-Lo sabía. ¿Cómo no? Era de público conocimiento. Y a pesar de ese conocimiento, seguimos atreviendonos a transgredir las leyes sagradas. En la obra de Sófocles: Antígonas dice: <<No fue Zeus el que la promulgó ni tampoco la Justicia, compañera de los dioses infernales, definió tales leyes entre los hombres; y no creí que tus edictos tuvieran tanta fuerza como para poder, siendo mortal, pasar por encima de los preceptos permanentes y no escrito de los dioses, pues éstos tienen vida eterna, no hoy sí y mañana no, y nadie sabe desde cuándo aparecieron.
No estaba yo dispuesta a rendir cuentas de su infracción ante los dioses, por temor a la decisión de hombre alguno. Sabía perfectamente que iba a morir, aunque tú no lo hubieses promulgado ¿Y qué? Si muero antes de mi hora, ventaja llamo a eso, pues quien, como yo, vive entre muchos males ¿cómo no obtendrá ganancia al morir? Así que alcanzar este destino no representa para mí dolor alguno. En cambio, si hubiera dejado insepulto el cuerpo muerto del que nació de mi madre, sí que habría sentido dolor; con esta acción no lo siento. Y si tu crees que hago cosas alocadas, me parece que estoy dando cuenta de mi locura a un loco.>>
<<Corifeo: El carácter crudo de la hija se muestra digno heredero del de su crudo padre: no sabe rendirse ante los males.>>
<<Creonte: ¿Sí? Pues que sepas que los temperamentos duros en exceso son los que más se desploman, y el hierro más fuerte, durísimo cocido al fuego, es el que más veces puedes ver mellado y roto. Y yo sé que con un diminutos freno se doma a los caballos más fogosos. No corresponde ser altivo al que es esclavo del prójimo. Ésta sabía entonces que se estaba propasando al transgredir las leyes promulgadas. Y encima, después de haberlo hecho, he aquí su segunda insolencia: jactarse de sus actos y reírse una vez hechos. Ahora, que no sería yo un hombre, sería el hombre ella, si su desafío queda incólume. Por muy sobrina mía que sea, y ya puede ser más pariente que el Zeus protector de nuestra casa, ella y su hermana no se librarán de la peor de las suertes. Porque a la otra también la acuso de haber tramado este enterramiento. Llamadla. La he visto hace poco, furiosa y sin controlar sus emociones: la conciencia de los que nada bueno en la sombra traman suele delatar su culpabilidad. Me irrita especialmente que, cuando alguien es acogido en delito flagrante, trate de embellecerlo.>>
<<Antígona: ¿Qué más quieres que matarme después de llevarme presa? -Creonte: Nada con eso tengo bastante. -Antígona: ¿Qué vas a querer? Al igual que nada en tus palabras me es grato, y ojalá nunca lo sea, tampoco las mías pueden complacerte. Y sin embargo, ¿qué gloria más gloriosa podría obtener que la de poner a mi hermano en la tumba? Diríase que sí agrada a todos estos, si el miedo no les encerrara la lengua. Pero la dictadura, además de contar con otras muchas satisfacciones, puede hacer y decir lo que se le antoja.>>
-Lo peor fue el silencio. Entonces no había una palabra para llamarlo. -Podías decir: me persiguen seres oscuros. O más dramática: una mujer araña mi alma con conjuros y maldiciones. Es por eso que solo arañaba la superficie de la realidad. No necesitabas rayos X en los ojos para ver formarse en la mente de los ingenuos un diagnóstico instantáneo: cosa de una imaginación desbordada de fantasía. -Era la revelación temprana de un mecanismo tribal, primitivo, predador. Me habían retirado la protección del grupo. Había una alambrada imaginaria y yo estaba fuera. Si alguien me insultaba o me tiraba de la silla a empujones, los demás le quitaban importancia. La agresión llegó a adquirir un aire rutinario, habitual, poco llamativo. No quiero decir que sucediera todos los días. A veces, sin saber por qué, se declaraban extraños periodos de calma, el cerrojo de la caja de los truenos permanecía cerrado durante semanas, la trayectoria de los balones en el recreo dejaba de apuntar hacía mí. Hasta que, de repente, la profesora reía en clase a alguno de mis acosadores, y al salir, entre la algarabía de niños revoltosos e impacientes por jugar, en los patios pintados de blanco, me devolvían la humillación. maricón, empollón, hijoputa, ¿tú qué miras?, ¿quieres cobrar? Y otra vez se abría la veda
Los acosadores se repartían los papeles; uno era el líder, y otros sus fieles seguidores. Inventaban motes para mí; hacían imitaciones grotescas de mi forma de andan y de hablar: me lanzaban esos balonazos cuyo golpe seco, cuyo aturdimiento todavía me parece sentir; me rompieron el alma, disfrutaban con mi miedo. Los demás alumnos ni siquiera se acuerdan. Tal vez, escarbando en su memoria, dirían, bueno, era lo que se merecía ese maricón de mierda; es cierto, que le gastamos algunas bromas pesadas. Colaboraban precisamente así, con su indiferencia.
Durante el periodo más crudo, entre mis siete y catorce años, hubo otras marginadas; no fui yo el único. Un niño diferente, empollón, cariñoso, un ser despierto con una energía exuberante con la pubertad adelantada. Éramos los ejemplares que destacaban de la débil manada uniformada, que los depredadores observan y aísla desde lejos. Mucha gente idealiza su infancia,, la convierte en una novela rosa, sobrevalorando los días de la infancia perdida. Mi infancia hizo de mí un ser triste, un extraño revoltijo de pena y miedo, de fortaleza y resistencia, de días tenebrosos y de alegres juegos esotéricos. Mis primeras amigas fueron brujitas..., el amor de mi madre hizo posible que soportara la humillación cotidiana de mi padre y, de mis perseguidores del barrio y del colegio. No sé cómo encajan esas dos partes fracturadas; porque la relación de mis padres se cortó, quizá por la no aceptación de mi padre de mi condición sexual; cada uno vive con diferentes pareja, y yo estoy descolocado.
Pero lo peor, insisto, fue el silencio. Acepté el código vigente entre los niños, acepté la mordaza de mi padre, pero no acepté la discriminación de esta hipócrita sociedad. Todo el mundo lo sabe, desde siempre muchos "hombres", solicitan nuestra compañía... Lo que se pasa en la noche loca, se queda archivado en la oscuridad. A las madres no se les cuenta nada -o si acaso solo lo mínimo imprescindible para que no se les ocurra intervenir-.
Recuerda Andrés, la disposición para aprender; la receptividad; ser capaz de amoldarse sin comprometerse lo más importante es saber, que aunque las raíces de un árbol estén sólidamente plantadas en el suelo, sus ramas se comban ante un huracán... mientras que una estructura rígida, como un edificio, se viene abajo. Piensa en los árboles que permanecen en pie y en su flexibilidad cuando todo a su alrededor está en ruinas. Así es como tú tienes que ser ahora: una persona dispuesta a aprender cosas nuevas, educable, maleable, pero con personalidad bien arraigada. El sentido común es muy importante, pero también lo es hacer gala de una mente abierta. Sé curioso, no te cierres. Presta atención. En este momento, los demás serán más flexibles contigo también. No siempre tienes que tener la razón, ¿verdad? ¡El día es espléndido cuando encuentras un término medio! Habla con un Ángel. Y te dirá, que es un buen momento para llegar a grandes acuerdos de Paz.
<<El día es nuestro amigo. Si lo vivimos correctamente y aprovechamos las posibilidades que cada instante nos ofrece, muchas cosas pueden transformarse en positivas para nosotros. Si hablas con un Ángel, Él te dará ayudas espirituales para el día. De una forma muy espontánea nos habla a cada uno de nosotros como a su hermano, a su hermana, y nos anima a una superación espiritual activa de nuestra vida, que nos permite liberarnos de lo que nos oprime y que nos trae la paz con nosotros mismos y con nuestro prójimo, esperanza, valor renovado y fuerza, y para aquél que lo desee seriamente, el cambio que viene desde el interior hacia una vida plena. Cada mañana al despertar nos vienen nuevos pensamientos y cada mañana son diferentes. Muchos de nosotros sabemos que cada pensamiento es una semilla que entra en nuestra alma, pero que al mismo tiempo toma forma también en la atmósfera. A cada pensamiento que es alimentado una y otra vez le añadimos también el tiempo de maduración, germina un brote que puede convertirse en una planta o un árbol.
Del mismo modo que el agricultor siembra en otoño la semilla en la tierra, ponemos nosotros nuestra semilla en el campo de nuestra vida, en nuestra alma. La siembra positiva trae frutos buenos, la siembra negativa trae los frutos de su especie, de la especie que hay en la semilla. A menudo creemos que nuestros pensamientos no tienen ningún efecto, pues ¿quién los puede ver y captar? Sin embargo, cada pensamiento es energía que no se pierde. Dios ve nuestros pensamientos, y los planetas de registro, el gran archivo cósmico, los graban. Todo lo que sale de nosotros, nuestros sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos, es decir nuestra simiente, lo introducimos en nuestra alma y al mismo tiempo en la atmósfera y en los astros y, muchos saben que un Hombre llevará semillas de renovación a un mundo hundido en el dolor, la corrupción y la desesperanza. ¡JESUCRISTO! Fin por hoy. Hasta cuando así Dios lo quiera. Hoy pido Oraciones, para mí y para los territorios en conflictos, por favor hagan muchas oraciones, para neutralizar a las fuerzas del mal. Hay gente muy malvada en este mundo, que hacen trabajos de magia, ataduras, amarres para doblegar la voluntad humana. Todo se vuelve al emisor multiplicado, si te desea la muerte, él se morirá, si te roba el esposo, le robaran hasta lo que no tiene, si no sabes de energías no las utilicen nunca. Estudia Metafísica. La paz es ganancia para todos nosotros. La guerra es ganancia para unos pocos listillos; que no saben del Infierno Eterno, en su labor va su condenación o su bendición.