Lejos de España, viviendo en las sombras del Bosque de los Cristales. La joven y moderna Lucila se ha construido una vida en la tranquila aldea, donde solo habitan cuarenta personas, no hay ningún niño, casi todos son de edad avanzada, personas muy longevas que sobrepasan los 120 años. Gastón y Lucila han construido una casona en el fondo del Bosque de los Cristales, donde apenas conviven, puesto que se pasan el día y gran parte de la noche trabajando; cuidando el huerto, los animales domésticos; la pareja a adoptado tres perros y once gatos, también cuidan de las gallinas, pollos, patos, y de una vaca llamada "Blanca".
Parte de su alimentación la sacan del pequeño huerto. Sus recursos son limitados, a veces van al rastro de un pueblo cercano donde venden libros viejos, algunas antiguas reliquias les han llegado de un legado familiar, sacando un buen precio por su venta. La pareja vive con los escasos recursos de la naturaleza. A menudo Lucila siente nostalgia de su pasado, sus raíces están en la soleada Málaga, ciudad que su familia abandonó siendo su madre muy pequeña. La noticia de que su madre agoniza en su residencia de Madrid le hace regresar a la ancestral casa, donde la esperan su agonizante madre, sus dos hermanas y su hermano, Luis, un chico que padece paranoia y esquizofrenia. Un individuo, que provoca miedo con solo mirarlo.
El atasco en la carretera de Albacete comenzaba en el kilómetro 27 y no cesaba hasta la misma entrada de Madrid. Como todos los domingos al atardecer, cientos y cientos de automóviles se alineaban en doble fila y, de rato en rato, avanzaban algunos metros, para volver a detenerse enseguida. Pero como los españoles vienen demostrando últimamente una franciscana resignación ante las incomodidades y los desafueros, casi nadie protestaba. Si acaso, quienes venían de ciudades alejadas y no eran, por tanto habituales del embotellamiento. Los usuarios frecuentes del trayecto, en lugar de irritarse, se tomaban a broma la más que conocida congestión de tráfico, que cada siete días se repite inexorablemente, como ingrata culminación del reconfortante fin de semana.
Gastón y Lucila no son expertos, pues, ellos viven en un lugar apartado de la civilización; no conocen las consecuencias del atasco, que les haría invertir demasiadas horas en volver a la casa los asiduos solían llevar la cena preparada y aprovechaban los parones para tomarla, bien regada de vino (bastantes conductores hacían caso de las recomendaciones de la Jefatura de Tráfico y pasaban del alcohol). Otros, ahítos de comida por los excesos del mediodía, dedicaban la espera a leer, con tal entusiasmo, que alguno hubo capaz de atreverse con los Versos satánicos, aunque no consta que pudiera pasar de la página 10. Llevaba Gastón su camioneta antigua, una reliquia familiar. A su lado Roberto con su Alfa Romeo, aquel atardecer del doce de octubre que tanto iba a influir en su vida.
Roberto es soltero, moreno, fuerte treintañero, dicharachero y comunista. Nunca tuvo ocupación conocida, igual que su padre; hasta que las primeras elecciones municipales auténticamente democráticas a su padre le permitieron acceder a la alcaldía de su pueblo, Robledo del Seguro. Su labor fue muy eficaz: cambió los nombres de todas las calles dedicadas a personajes del antiguo régimen, incluido el de: Calle Madre del Agua, que le sonaba a facha; creó un Consultorio Sexual o Centro de Planificación Familiar gratuito, hizo demoler la Cruz de los Caídos, poniendo en su lugar un fuente con seis chorritos; organizó estupendas movidas, para sustituir los clásicos y aburridos festejos del día de la Virgen de Agosto; permitió que Josele, el marica del pueblo, (más conocido como el melenas) se vistiera de mujer, como siempre había sido su ilusión y fue tolerante con las drogas, atendiendo la lógica demanda de los aficionados al porro e, incluso, al pastilleo de la Ruta del Bacalao.
Con semejantes méritos y ayudado, también, por su facilidad de palabra, no puede extrañar que aun siendo octogenario, cercano a los noventa años todavía continua ejerciendo el oficio de Alcalde de su pueblo. Fiel a sus orígenes Roberto participa en todas las campañas electorales, llegando a diputado, cargo que le obliga a fijar su residencia en Madrid; pasa muchos fines de semanas viajando, se entiende, por las penosas exigencias del cargo que le obligan a viajar por el mundo. Tan original aumento de su cultura le valió gran prestigio en su pueblo, donde todos lo admiraban y aplaudían.
-Que lata, ¿verdad? -le dijo a Lucila de saludo. -Vaya que sí. Una lata -comentó Gastón Y con este calor. Porque hay que ver el calor que hace... -De todos modos, este mediodía aún apretaba más. -Bueno, es que a mediodía estábamos a treinta y siete grados.... -Ahora, en cambio, no debemos pasar de los treinta. Si por lo menos mañana refrescase. -Claro; si mañana refrescase, sería estupendo. Porque lo malo del calor es que se suda mucho. Y además, resulta más difícil de combatir que el frío. -Eso, por supuesto. Porque, si hace frío, pues ya sabe; la calefacción, las estufas, las chimeneas. A mí me encantan las chimeneas. -¡Anda que a mí! A mí me chiflan. Pues aquí parece que sopla algo de viento. -comentó, con su seductora sonrisa. -Es que no hay nada edificado junto a la carretera. -Eso debe ser. A propósito, ¿como os llamáis? -Lucila y Gastón. -Yo, Roberto. -Lucila no pudo reprimir una risita guasona-. Oye, ¿a qué viene el cachondeo? -Que me estoy acordando de un chico que tiene tu mismo nombre; es mi sobrino. -Roberto le pasa una hoja de papel por la ventanilla del Alfa Romeo a Lucila, le dice:
-Vamos a Madrid a exigir una sanidad Pública y digna. Más de 35.000 fallecidos en las residencias no son suficientes para transformarlas en centros públicos de atención digna. Millones de euros que debían servir para mantener el sistema público los han entregado a los negocios privados que trafican con nuestra salud.
Acabar con las políticas de estos Gobiernos que han disparado las listas de espera que nos matan, y aumentan aún más la precarización de la sanidad y de sus trabajadores, es una cuestión de supervivencia. La única vacuna contra la privatización es la derogación de las leyes privatizadoras que permiten externalizaciones, subcon-trata-ciones... Y la recuperación de todo lo privatizado, eso es defender la sanidad pública. Y recuerda, aquí, privatizan los gobiernos de todos los colores. ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya! Es la historia del retroceso del Estado del Bienestar. Yo soy un idealista, no soy conformista. Llevo el gen del luchador por los Derechos Humanos.
-Así concluye el revolucionario texto de Roberto, se paran en un bar de carretera, los tres entablan una conversación muy animada sobre todo fenómeno paranormal, cosa que les encantan a Gastón y a su compañera Lucila; les comunica unas experiencias vivida en el Bosque de los Cristales. Toma la palabra Lucila diciendo a Roberto:
<<La comunicación con los espíritus es el fenómeno que entre los hechos paranormales se ha divulgado y es también quizás el más interesante a ojos de la gente, pero a la vez lo que para los estudiosos de estos temas resulta más rayano en el terreno de la superchería. Por lo tanto, quiero aclarar aquí, que si por superchería se entiende todo lo relativo al mundo espiritual, he aquí que el hombre es la obra magna de la superchería.>>
Existe en el hombre un temor oculto y a veces no oculto a ese tema de los espíritus, porque los asocia con la muerte y ya vimos que el hombre teme a la muerte. -Me hubiera gustado mucho que tu madre nos hubiera hecho una visita tiempo atrás. Seguramente ahora se arrepentirá de no haberlo hecho. -Pues la verdad es que sí.
-Claro, se comprende. A mi me ocurriría lo mismo. Pero el tiempo corre, los años van pasando y, de pronto, te das cuenta de que nadie vive eternamente. -Gastón jamás había tenido el menor contacto con la muerte ni conocido a nadie que hubiera muerto, jamás en su vida había visto un cadáver. Como consecuencia de ello, la muerte siempre había sido un concepto remoto para él, algo casi de tipo filosófico, una cosa que, en realidad, nunca ocurría.
-Cuando vives entre árboles de hojas perenne, bajo la protección de una familia amorosa, la vida es una fiesta sin fin, como vivir junto a las vacas que pastan en un inmenso prado, bajo el cuidado de unas manos delicadas. Ni de día ni por la noche nunca piensas en tu propia mortalidad. Nunca piensas en el término de las cosas ni en el pasado ni en todas las vidas que han existido antes que tú. En el campo hay trabajo desde el amanecer hasta el anochecer y, sigue, con la elaboración de queso, mantequilla o conservando las frutas o verduras. -Allí, clavada en el muro de ladrillo, había una placa que decía: CIRCULEN CON CUIDADO.
En la puerta del bar se separaron. Roberto, bajo por la calle en dirección contraria mientras se perdía, saluda con la mano. -Diciendo, no importa achatar el coche es el viejo Alfa Romeo de mi padre. -Lucila le señalaba a Gastón distintos lugares donde había transcurrido su infancia y su juventud; recordando sus fiestas junto a las piscinas bajo un sol perenne, y los recuerdos de las discotecas del sábado por la noche. Descubrió en su corazón un gran cariño por aquellas calles, la ternura evocaba los recuerdos de sus abuelos. Y ahora se sentía una extraña entre extraños y su casa se encontraba cerrada. Su madre había sido ingresada en una residencia a dos mil kilómetros de distancia. Fue avisada de que fuera directamente a casa de su hermana Susana, al llegar ella la recibe en la puerta se abrazan y pregunta: -¿Cómo está mamá? -Nadie vive eternamente, Lucila. -Bueno, bueno, ya sé que ha sido muy duro para ti ver a a mamá en estas condiciones. ¿Pero ella ha muerto en paz, Susana?
-No te quepa la menor duda. -Evitó mirarla para que no pudiera descubrir en sus ojos la verdad. La verdad de su indiferencia hacia su madre, la cual le inspiraba tan pocos sentimientos como cualquiera de los otros viejos que se estaban descomponiendo en aquella residencia. El origen de su tristeza era la cruda realidad del final que les espera a todos y cuyo ineludible carácter jamás le había quitado demasiado el sueño. Todo aquello también le había inducido a pensar de nuevo en el reparto de la herencia. -¡Ya sé lo que necesitas! -exclamó alegremente Susana. Lucila se puso a pasear un poco por el pequeño jardín deteniéndose delante de la ventana para contemplar los objetos a través del cristal.
En un estante había varios libros. Leyó los títulos de los lomos. Al ver uno que le pareció interesante corrió a la pequeña salita, abrió la vitrina y sacó un ejemplar encuadernado en cuero negro de la obra del juez Javier Gómez de Liaño. Gastón escuchaba los ligeros ruidos de las idas y venidas por la casa, el murmullo de las mujeres, a veces incluso sus risas. Vibrando a través de las paredes, resonaba la voz de Lucila leyendo los textos del libro que había tomado de la vitrina. Él recordaba los latido de un corazón pacífico y potente. Tuvo deseos de levantarse, de unirse a la lectura; no se resignaba a aceptar las palabras pronunciadas por Lucila. El solo pensamiento del cuerpo de María bajo el fuego... le inflamaba el corazón. Tenía que cerrar los puños para no gritar. Además, tenía bastantes razones para sentir que no era bienvenido en esa casa. La mirada de la hermana de Lucila y del hombre que la acompañaba, se lo había hecho comprender con toda claridad. La prudencia le aconsejaba hacer acopio de sus fuerzas y de su voluntad con el fin de dejar a Lucila despedirse de su madre.
Gastón entro en la sala- ¿Esta vez estás verdaderamente despierto el dolor en tu corazón?- Lucila se sobresaltó y se volvió. Al lado de la chimenea estaba una mujer cuya edad era difícil de estimar. Sus cabellos eran blancos como la nieve, centenares de finas arrugas se marcaban alrededor de su boca y de sus párpados. Sin embargo, su piel parecía tan fresca como la de una joven. Los huecos de sus ojos vacíos, brillaban con mucha claridad. La mujer contempló a Lucila con la cabeza levantada y los labios redondeados en una mueca de estar muy enfadada. Lucila se sentó en un sillón. La sorpresa la hizo enmudecer. No lograba averiguar si la mujer era su propia madre o una desconocida, el espectro se reía con maldad o se le acercaba con amabilidad. El fantasma de la mujer contempló a Gastón diciendo:
--No saben lo que es estar en una cama húmeda de orines, llena de heces durante días y largas noches; con el estómago vacío, la boca ardiendo de sed. Amarrada a la cama, con el vientre vacío. Esto es lo decían: -murmuró la mujer-. Es hora de que duermas, para que van a comer, es mejor morir con el vientre vacío. -Estoy bien, voy a levantarme. ¡Ayuda!... Quiero ver a mis hijos, mi hija. - Lucila se levantó sin precaución. La cabeza le dio vueltas; tuvo que volver a sentarse y apoyarse con las dos manos en las manos de Gastón para no tambalearse. La mujer, desapareció en un halo de luz brillante.
-¿El Maestro? El Maestro Jesús de Nazaret la ha enviado. ¿Quién más podía ser aquí tal milagro?... -Con una mirada, Susana reclamó la ayuda de su hermana. -Deja de decir tonterías. Voy a darte de comer y te va a gustar, todos los mareos se te pasarán. Nuestra cocina es demasiado buena para hacerle ascos de antemano.
-Esta casa no es como las demás. Tienes que aprender las reglas. Más tarde, mientras Lucila degustaba a pequeños bocados un trozo de bizcocho cubierto de chocolate, que mojaba en una taza de leche, Gastón lee en voz alta un texto del libro del Juez Javier Gómez Liaño. -La reintroducción de las tasas cuenta con sus partidarios y detractores. Los primeros dicen que se trata de una medida socializadora, pues, según ellos, pagarán los que más tengan, el número de casos afectados no será superior al 1 por ciento y servirá para tener una justicia más rápida y, por consiguiente, de superior calidad. Los segundos, en la acera contraria, estiman que la justicia es un servicio público indispensable y que, por tanto, establecer tasas puede vulnerar el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
En esta dirección, la asociación Jueces para la Democracia ha declarado que <<a la larga, la medida repercutirá en el común de los ciudadanos ya que las grandes entidades, fundamentalmente las aseguradoras y los bancos, que son las que más recurren a la justicia, desviarán los costes hacia los consumidores al hacerles pagar más por sus servicios>>. Para el PSOE, <<llegará un momento en el que habrá que comprar la justicia y sólo será gratuita para los más marginales>>.
<<Los actos de justicia son más para la gente que anda mejor del bolsillo, de manera que si no queremos que los tribunales se atasquen de papel, el remedio es imponer tasas muy elevadas a todo aquel al que se le ocurra pleitear>>. <<Quien quiera justicia que la pague.>> Estos y otros argumentos de signo semejante los he oído yo a lo largo de mi carrera y de boca de muy insignes magistrados.>>
<<La justicia es gratuita; lo que cuesta son los medios de llegar a ella>>. La justicia será justicia cuando, además de lenta, burocrática e ineficiente, baje sus precios. Nadie más que los políticos y altos responsables del poder judicial tienen la llave para hacer que la justicia <<real y efectiva>> no esté únicamente al alcance de los poderosos. Es necesario romper con ese sistema de una justicia cara, muy cara, y que obedece, sabe Dios, a qué intereses.>>
<<Quizá uno de los peores lastres de la justicia. La justicia lenta y tardía, se mire por donde se mire, no deja de ser una forma de injusticia. Si la justicia funcionase en su punto y hora, cualquier injusticia sería menor. La pereza de la justicia es un mal, una inercia que se arrastra desde antiguo, pero la lentitud judicial no tiene remedio porque no se quiere remediar y como nadie tiene verdadero interés en solucionar el problema, la cosa sigue marchando mal, y el ciudadano se calla por dos razones únicas: porque piensa que su voz va a caer en el desierto y porque supone que ni siquiera merece la pena hablar. No hay nada más decepcionante para el ciudadano que acude a un juzgado que el saberse preso tras la dura reja de la inseguridad. lo primero que la gente necesita y desea es información sobre su asunto, lo cual exige mejoras en el servicio de atención al público para que pueda estar al día de manera rápida, eficiente. Es necesario que el personal judicial esté bien preparado para responder de la mejor manera las preguntas o las cuestiones que los ciudadanos plantean.>>
<<No son pocas las veces que los retrasos judiciales se imputan a la caótica situación organizativa de la administración de justicia, algo que, tal vez, podrá exonerar de responsabilidad a los titulares de los órganos judiciales, pero en ningún caso elimina la vulneración del derecho a un proceso justo, en su faceta temporal.>>
<<El artículo 24.2 CE reconoce el <<derecho a un proceso sin dilaciones indebidas>>, expresión que es la empleada por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York de 19 de Diciembre de 1966 (Art. 14.3), y que, a su vez, es semejante al <<derecho a que la causa sea oída dentro de un plazo razonable>> del artículo 6.1 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Públicas de Roma de 4 de diciembre de 1950, ratificados ambos por España con la eficacia que deriva del artículo 10.2 CE.>>
<<Según la jurisprudencia reiterada del Tribunal Constitucional español y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Casos Wemhift, Neumeister, Zimmermann y Steiner), el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas es de esos conceptos jurídicos que se llaman indeterminados para cuya fijación hay que atender a la complejidad del litigio, los márgenes ordinarios de duración de los litigios del mismo tipo, los intereses en juego, la conducta de las autoridades y la consideración de los medios disponibles.>>
<<La burocracia judicial no debe ser una rémora en sí misma sino una herramienta al servicio del buen y eficaz funcionamiento de los tribunales. Releo a un clásico. Montesquieu: <<Los litigios deben resolverse en plazos razonables, ya que de otro modo lo que es un pleito se convierte en un drama personal o tragedia familiar>>.
Errar es de humanos, decía el sufrido Séneca y está demostrado que los jueces no son dioses ni orinan agua bendita. Es más; incluso es posible que haya casos en que la parte dispositiva de una sentencia, conocida como <<fallo>>, no sea tanto un pronunciamiento decisivo sino un verdadero desatino. <<Goethe advertía que el hombre que aspira a algo se mueve en el error. Lo mismo que los médicos, los periodistas, los políticos y así sucesivamente, también los jueces se equivocan e incluso, en ocasiones, yerran de cabo a rabo. ¿Error o injusticia? Una y otra cosa son muy distintas. Eso de lo justo y de lo injusto no es sino cuestión de perspectiva y nótese que lo que mata a la justicia no es el error de buena fe, sino la injusticia consciente.>>
Dicen que entre los condenados del infierno hay más equivocados que culpables, lo que tal vez se deba a que los injustos de verdad -los <<a sabiendas>>- se dan mucha maña para librarse de las garras de Satanás. Para mí que lo que está lleno es el purgatorio: el error judicial es la gran coartada del sistema judicial.>> -Gastón cierra el libro, da un paso hacia Lucila, se lo da en las manos, diciendo: <<Si hay algo grave en el engranaje político, judicial y quizá humano es que a una persona se la detenga, se la procese y se siente en el banquillo, y después, tras un montón de años, meses y días, el tribunal la absuelva de todos los cargos que la acusación -sea el fiscal o la santa inquicición o cualquier otro particular- le imputaba. -En ese momento una nube blanquecina inunda toda la sala, todos los espíritus que han muerto de forma injusta vuelan sobre Gastón y Lucila, diciendo: -Justicia. Clamamos justicia.- Hasta que llegaron al Bosque de los Cristales le siguieron escoltando al viejo vehículo de Gastón. Las voces decían: ese es un hijo de ... Justicia, justicia.
Fin por hoy. Señor bendice y certifica la obra de nuestras manos. Gracias. Hasta cuando así Dios lo quiera. ¡Los hijos de Rusia, de Ucrania están pasando mucho frío!, arreglen ese conflicto antes de Navidad. El olor ha muerte embota la mente. Jesús, yo en ti confío, salvanos del mal de las guerras. Amen