lunes, 30 de noviembre de 2020

La videncia en busca del pasado remoto crea la experiencia del misterio del futuro

 Huele un humo dulce. Max se gira en la dirección en que viene el aroma del humo. Un olor agradable. Huele a otoño, se siente en el jardín el fresco olor del otoño. Camina hacia el jardín, está de pie, mirando con atención como un sol de color amarillo brillante está suspendido cerca del horizonte. Empieza a fijarse en las hojas verdes que resplandecen a la luz del sol. Un vasto jardín, un jardín que se extiende hasta donde la vista no alcanza. Es una mañana de otoño; noviembre finaliza. El sol está lleno de claros presagios de lluvia; el cielo, despejado cerca del sol, más arriba se escucha los trinos leves de los pájaros en su canto matinal. El aire fresco y balsámico. Escucha el susurro de la brisa suave el roce de las hojas en tono delicado; un tono bajo ejerce el aire contra las hojas. Max camina por un sendero a cuyos lados hay rosales silvestres, majestuosas palmeras, lo conducen a una vega llana a cuyos lados hay naranjos altos y frondosos cargados de naranjas. Brillan con fuerza a la luz tibia del sol, naranjas brillantes junto al verde intenso del follaje. Las naranjas están maduras. Cuelgan pesadamente de las ramas. Hay naranjas por el suelo. El dulce perfume de las naranjas impregna el aire. Max se estira, coge una naranja, la huele, se la acerca a la cabeza y se frota, de atrás hacia adelante varias veces; la acaricia, siente la superficie rugosa de su piel. Toma unas cuantas naranjas. Continua paseando, ha llegado a un rincón donde florecen pequeñas rosas silvestres; acaricia sus pétalos, huele su aroma y continua caminando en dirección al palacete. Resplandece la luz del sol, ha llegado ante una inmensa piscina cubierta, se quita la ropa, deslizandose en el agua tibia de la piscina, nada varias veces de una extremo al otro. Sale del agua y se dirige con paso firme hacia unas escaleras de mármol de carrara, siente frío, siente el sol tibio de otoño sobre su cuerpo desnudo. Entra en el salón, hay una chimenea encendida con una hoguera resplandeciente; anima el fuego con nuevos troncos y hojas de laurel frescas. Envuelto en una suave bata, se sienta frente al fuego, y mira, con ojos de niño como saltan las llamas. Es domingo, tiene todo el día para descansar, nada que hacer.

Era optimista como lo habían sido su abuelo y su padre. Llevaba ya mucho tiempo mirando la hoguera. Las llamas sin dejar de danzar, Max estaba disfruntando mucho, de aquel aroma dulce. Era optimista, siempre lo había sido, y eso fue parte de su salvación. Había que seguir adelante, con la esperanza de ir a pescar algún día acompañado de un hijo. En verano solía ir a pescar con su padre. Lo que más le atraía por encima de todo era la idea de ir a pescar acompañado; como él acompañaba a su padre a los siete años. Su madre no iba nunca; a su madre le aterrorizaba la idea de que se acercase al agua. Le había prohibido acercarse al riachuelo que corría por el interior de la finca; de la forma en que los padres de entonces lo prohibian todo, y él no se había dado cuenta aún de que los adultos no ven más allá de sus narices. La idea de ir a pescar con sus amigos le fascinaba irresistiblemente de pequeño, ahora de adulto tenía prisa por ir a pescar con un hijo. Soñaba, se veía sentado bajo el sauce, cerca del pequeño estanque donde veía las pequeñas carpas saltar, subían rápidamente a la superficie se zampaban algún bicho y volvían a sumergirse. Recordaba con nostalgia. Las mañanas de invierno, se quedaba en la cama despierto y pensaba en las cosas que su abuela le había explicado: la manera de hacer negocios, la sacudidas que daba la Bolsa al hundirse, el movimiento y el forcejeo del pez al extremo del sedal le había hecho pensar y vuelta a la realidad, se llegó a sentir pez, pero ¿para qué hablar del extraordinario encanto que tiene para un niño la pesca y todo lo referente a ella? El mundo que recordaba era tan diferente de este en el que vive, ahora le resultaba difícil creer que sus padres habían vivido alguna vez. 

Max había cambiado mucho, y había tenido sus años buenos y malas temporadas, más buenas que malas. Pensaba que era estupendo que un hijo suyo fuera el dueño de un Ferrari y viva en un palacio presidencial. Max se repetía las frases que aprendía de su maestro de Yoga: <<Es con nuestros pensamientos que creamos el mundo. El miedo al cambio no tiene sentido y que la resistencia a la transformación es una señal de que estás ¡preparado para evolucionar! Quienes persistan descubrirán que la confianza de la transformación convierte la confusión en Verdad. En el camino espiritual, todos los miedos limitantes se disolverán teniendo objetividad el ego. Las dificultades emocionales y psicológicas son normalmente una manifestación de mediocridad disfrazada de satisfacción. Generalmente se necesita más energía para disimular que eres feliz que para superar el sufrimiento innecesario. 

En realidad, la angustia no es ocasionada por las cosas que te ocurren; es el resultado de tu oposición consciente o inconsciente a tu derecho a la transformación. Los que han despertado persiguen el desarrollo de la consciencia, ésa es la razón por la que aparentan no tener miedo. No es que no lo tengan, sino que han comprendido que el cambio sólo asusta cuando tratas de evitarlo. Para los despiertos, la armonía no es más que el prodigio benigno del caos. Saben que la vida está en un estado constante de cambio y que una expresión de armonía crea armonía, a pesar de las condiciones imperantes. A partir de este conocimiento surge una paz infinita y la habilidad para manifestar sus sueños más aventurados sin ninguna perspectiva de "éxito" o "fracaso", "ganancia" o "pérdida". Cuando expresas tus pensamientos en forma de palabras o acciones, estás creando algo que no había existido antes. Por lo tanto, los cambios son visibles en esos momentos. Un "árbol" en cambio no "crece", "echa brotes", "florece", "pierde las hojas", "se cae", "se parte" y "se descompone". Si eliminamos las etiquetas, todos esos movimientos se convierte en uno. La superficie elevada del océano siempre está "cambiando"; por lo tanto, siempre es el mismo en sus alteraciones interminables implícitas. Míralo de este modo y te darás cuenta de que no existe más cambio que el que tú eliges expresar.>>

Ni ver con claridad un futuro esperanzador. Su abuela, le contó un día, ilusionada, que había visto un dragón con los ojos rojos brillantes, cerca de él. Además le había hablado de los buenos presagios de las estrellas. Los cuentos, que le había contado su abuela le daban motivo para seguir. La muerte de sus padres, era una triste realidad. Max se imaginaba que estaba viviendo una película, quizás los protagonistas siguen existiendo en algún lugar del Universo. Lamentablemente, eso es lo que nos espera a todos. Por mucho que nos esforcemos, no hay forma de escapar de la vejez y la muerte. Los padres de Max, murieron por causa de una cruel enfermedad. Como dice la Biblia, somos <<una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece>>.

 Aparece, Miguela en la sala, su esposa, tan nerviosa que apenas le salían las palabras. -¿Pero, de qué te ríes? -le preguntó Max. -¿Reír? Lo que estoy es llorando de miedo. ¿Es que no te has enterado? Había gente congregada en la calle, en las proximidades del Ayuntamiento. Su número iba en aumento y sus intenciones eran difíciles de adivinar, pero daban mala espina. El alcalde seguía solo en la sede de la corporación municipal y se empezó a intranquilizar. Temía que en cualquier momento entrarán a por él quienes se estaban organizando en frente. En aquella época, Max iba armado. Llevaba una pistola porque al igual que su padre y su abuelo había recibido numerosas amenazas de muerte y había sido agredido en más de una ocasión por elementos radicales, unas veces de derechas y en está ocasión eran de izquierdas. Un altercado ocurrido entre la policía y un hombre de color, había lanzado a la calle a miles de personas, que se solidarizaban con el hombre agredido, por mal infortunio,herido  mortalmente. La causa de su muerte no estaba clara y la gente se manifestaba, con la pretensión de aclarar la cuestión.

 Temían por sus libertades sociales, las cívicas. Eso lo vio con gran frialdad. Aquella mañana su imaginación, ya de por sí inquieta, voló con las alas del niño. Se imaginó mil escenas, incluso pensó en si sería capaz de disparar, si invadían su propiedad, e hizo inventario de la munición que tenía. <<Es tremenda la frialdad con que puedes llegar a ver las cosas en un momento así; al día siguiente, sin embargo, todo te da temblor.>> Las escenas se quedaron, afortunadamente, en su imaginación, y ni entró nadie ni pasó nada. Los tres o cuatro hombres que custodiaban el palacete aquel día se mantuvieron leales en su puesto.

Francisca viene de dar ocho vueltas a la manzana del palacete pero no parece en absoluto fatigada. Su aspecto es saludable y brioso. <<El problema de corazón ya no existe -dice satisfecha-, los médicos dicen que no hay señales de nada, no hay necrosis.>> Con todo, Francisca se cuida mucho más que antes Se toma como obligación el ir al gimnasio unas tres veces por semanas y sigue una dieta, aunque ésta no es consecuencia de su fallo cardiaco, sino que responde aun problema colateral de la pena sufrida, es decir, la enfermedad y muerte de su hija y su yerno han dejado consecuencias graves. <<No sufro nada por ello porque es prácticamente una dieta normal: pescados, verduras, cocidos, potajes, tostaditas con aceite y ajitos, que me encantan. Como de todo pero si excesos, sobre todo no me privo del queso. En fin, en esto sí que tengo una voluntad de hierro, no quiero volver a caer.>>

Donde también la tiene es en el fumar, por mucho que la abstinencia le cueste bastante y conserve la añoranza. Fumadora empedernida antes de visitar el hospital, no ha vuelto a coger un pitillo desde entonces, aunque le sigue gustando. <<Me encanta que fumen a mi alrededor>>, dice mientras aspira el humo que se levanta en volutas. Se sabe poseedora de una voluntad que puede con todo o casi todo. Si algo se le mete entre ceja y ceja, a terquedad no hay quien le gane. En su trabajo, desde luego, es de lo más tesonera. No obstante, en algunos empeños de su vida cotidiana hay cosas en que le hubiera gustado serlo más, <<porque hay veces en que no persevero; por ejemplo, en concluir mi vida personal... Tuve tres hijos, y me ahoga la pena; mi hija era una niña delicada, cuando tenía treinta años su pelo claro se tiñó de blanco y sus ojos azules se volvieron grises; no hubo elección se gastó su vida. ¿Qué podía ser si no un cáncer? En aquella época estaba aterrada. Notaba cómo la gente me miraba en el hospital. Nadie se movía. Parecían casi en trance. Cuando murió, todo el mundo lloró. Desapareció en pleno auge de su carrera. <<El dinero no trae la felicidad>>. Lo que sí conlleva es la carga de ser una constante decepción ante tu propia familia. <<Yo soy mi propio demonio>> Nuestra familia son a veces incluso más duros que la mala prensa o las malas lenguas. Ellos nunca perdonaron mi tormentoso matrimonio con Bobby, a partir del cual, dirían, ella empezó a perder el control y acabaría perdiendo la cabeza. Y eso que la primera vez que confesó sus problemas con las drogas reconoció que nadie la había metido en eso: <<Nadie me obliga a hacer nada que yo no quiera hacer. Es mi decisión. Yo soy mi propio demonio.>>. Francisca había convivido con las drogas desde que tenía uso de razón, pero su imagen nunca se recuperó después de dar la cara. Muchos piensan que por eso mismo tampoco se arriesgó a confesar que había estado enamorada de un chico de color; porque, al igual que su madre, no lo aceptarían, opinarían, juzgarían. 

Francisca llevaba su pena pegada al alma. Era una mujer muy observadora, cualidad ésta que le viene con seguridad desde la infancia, ya que se pasaba horas y horas observando a los demás, desde un balcón o desde cualquier esquina. Era una criatura muy tímida que ahora cerca del siglo, se recuerda como <<una niña normalita, introvertida, con un regusto especial por la lectura que todavía tiene>> Una niña sobre todo soñadora. Fue educada entre rígidas reglas militares y las más estrictas normas religiosas. Por el hecho de ser mujer, cosa que decepcionó profundamente a su padre D. Maximiliano, frustrado general y aspirante a salvador de su patria. Francisca tuvo todos los derechos en el hogar familiar; pero ninguno fuera de él. La Madre Doña Lucrecia, se pasó la vida anhelando que su hija se casara con un rico banquero y llegara a ser millonaria. ¡Lo consiguió! Al igual que su abuela Francisca poseía una belleza única. ¡Vaya que si lo consiguió! Se casó, con un emigrante español que logró reunir una hermosa y selecta biblioteca de más de 100.000 volúmenes, donde la avispada muchacha pasaba horas y horas descubriendo la etimología y la historia de lo que su padre denominaba el arte de hacerse rica. 

Toda la erudición adquirida en ensayos de los clásicos la aplicaba Francisca en su vida; conoció a renombrados filólogos y sabios historiadores. Presenciar su magisterio era sumergirse en las épocas doradas de los grandes maestros de las finanzas y de la política. Pero el paso del tiempo no perdona y Francisca perdió a su abuelo, a sus padres, y lo que peor soporta es la muerte de su querida hija. Dado que la muchacha padecía de melancolía por no estar junto a su esposo. El hombre desapareció en una época de penuria. Emprendió un penoso viaje entre exultantes consignas. En voz baja evoca las imágenes de su yerno: <<Fui militar un poco por casualidad, era hijo único y eso me marcó, incluso pasaba unas vergüenzas terribles por ser hijo único, exageradamente mimado por mi madre.>> Su padre, y la familia paterna, fueron sencillo labradores, su madre una mujer de "raza", y su abuelo materno nació en Londres. En ese marco familiar sorprendió al joven Jules la guerra de las Malvinas, donde enfermó y nunca logro recuperarse. Milagrosamente, tuvo suerte en la guerra. Le respetaron las balas y los fogonazos de los cañones. No puede sobreponerse a la depresión. Nada puede alegrar su estrecha mente, apaga su imaginación y esteriliza el espíritu, se enfrentaría a un cáncer de vejiga. -De alguna manera la guerra acaba exterminando a los hombres. <<La función de la política, de gobernar, es tan absorbente que deja poco tiempo disponible para trazar planes a largo plazo y recordar los principios que deben inspirarlos.>>

<<Yo elegí ser militar y ahora, aun cuando tal vez estemos ahora de capa caída, lo militar significa para mí muchísimas cosas, sobre todo dignidad.>> Esa palabra, militar, la sigue llevando con gran orgullo, mientras se muestra muy crítico con la política: <<La política es un pequeño asco, porque la mayoría de quienes encarnan no se preocupan de los fines, sino de los medios; como bien escribió el florentino Maquiavelo: <<Quien ostenta el poder, siempre ha de utilizar unos procedimientos despiadados, sin disimulo ni recato>>; es preciso, pues, si se desea triunfar en política, mentir, engañar, simular, porque para conseguir sus propósitos tiene que prescindir de toda virtud ética y entregarse al materialismo violento e inmisericorde. Nada estrecha tanto la mente, apaga la imaginación y esteriliza el espíritu como la política activa y el Gobierno. La función de la política, de gobernar, es tan absorbente que deja poco tiempo disponible para trazar planes a largo plazo y recordar los principios que deben inspirarlos.>> ¡Dios mío! Cómo recuerdo aquel día yo estaba de viaje en Casa Blanca, y me avisaron, acudí al Hospital Clínico, estaba mal, muy mal, yo no creí que tanto, no me dejaron estar mucho tiempo en la habitación... Fue algo terrible, muy duro, en ese momento palpe la verdad de la tragedia. Años después, su nieto Max es adoptado por Sam, un corredor de bolsa y Tom, el padre de Sam, se convierte en abuelo de Max. Así, llega a trabajar en la banca. ¡Las vueltas que da la vida! Hoy viene bien, una alegría culinaria, los lunes en Andalucía pega bien un buen plato de lentejas y cocretas de puchero. Con eso se pierde la melancolía del dominguero. Total, que de una abuela, se puede esperar cualquier cosa. Francisca entre perolas puede escribir la antología de las recetas que recorta y pega en eso ella es única, y ahora anda ella triste; una tristeza indefinida, cuando le vió... continuará, si Dios lo quiere. Esto es solo un ensayo mis cuentos y relatos son sencillos.

sábado, 28 de noviembre de 2020

LA VIDENCIA EN BUSCA DEL PASADO REMOTO CREA LA EXPERIENCIA DEL MISTERIO DEL FUTURO DE LO PORVENIR

 Parece que el mundo entero estar de caza. La cacería del hombre hasta ahora se hacía con armas cargadas. Por eso ahora estoy aquí afilando las tres espadas de mi boca. Las primeras palabras que quieren cantar un himno de paz y alegría. Las segundas quieren pulverizar todo el mal que amenaza a la Humanidad. Las terceras quieren salir suplicantes, para suplicar al Dios que vive en las alturas: ¡Suplicar el perdón de todos nuestros errores desde el Origen hasta hoy!. Oye Señor nuestro, escucha atento: No ves la gente deambulando por las calles vacías; todo está en absoluto silencio, en la cabeza hierve la incoherencia y el estómago está sucio derramando bilis, hiel negra. La voz se quiebra en la garganta, las palabras van saliendo en hileras como hormigas silenciosas trabajando con ahínco y atisban las armas cargadas y el dinero vuela hinchado de ira y de miedo acechando la locura. Huele a pus, a sudor y a bilis, todo podrido. Extendidas están las redes que nos cazan como a peces. Palabras vuelan libres como mariposas, se posan en los ríos de Internet donde todos las pueden leer, para ver hay que estar en tierra de Libertad.  Las palabras, el verbo es creador, pero apenas hay gente que lo cree. Husmean, borrando con implacable censura. Llevan jaulas para guardar la poesía. Abren las cárceles para encerrar la cordura y las redes nos atrapan como a peces y voladoras mariposas. Los virus, los bichos nos destruyen como hambrientos leones de afilados colmillos. Quiero escribir Señor, algo que te llegue rápido para que nos perdones el mal Karma a todos nosotros. ¡Ten piedad Señor Dios de la Misericordia! ¡Misericordia y Piedad!, para esta desorientada, ¡Humanidad!. Las pequeñas máquina y las enormes, nos quitan los trabajos los robots; nos roban los salarios; nos congelan los sueños. Nos rondan y nos acechan los hijos del dogma; nos roban gratis, todo se puede beatificar o robar todo Señor Dios, todo está al alcance y pocos disfrutan. Todos quieren ir al psicoanálisis, todos creen locos a todos; mugidos sin palabras y ya se asoma otro conflicto en ¡todos lados! Oye tú, tú que gobierna y administra los bienes de tu gente y de tu Nación, ponte las pilas y ponte a trabajar por el bien común. Te conviene por el bien de tu familia y de ti mismo, la muerte anda pisando nuestros talones y ella lleva una lista con miles de nombres; piensa si puede estar el tuyo y aún peor el de tus hijos. Mira el bosque, mira el río, mira la Tierra, esa tierrita pequeña que te vio nacer; tú la quieres, pero apenas tienes tiempo de decirlo, porque no te das cuenta del misterio de la vida. Mira la lluvia, no cae como en todos los buenos tiempos, piensa si peligran las cosechas, piensa que sin Dios, no hay vida posible. Y ahora hablemos de los aparatos no identificados, que ahora dicen que vuelan más bajo y además atacando. ¡Mentiras vuelan! ¡Misterios se revelan! Y, Dios vendrá a la Tierra. Vendrá, porque si se insiste Dios escucha y concede los deseos. Las máquinas no lograrán acorralarnos, ni los demonios de la ira, y, quiero ver la gente contenta, abrazando y besando y jugando y bordando un cielo nuevo.

¿Conocen la calle donde vive la abuela de Max? No, poco importa. El caso es que la anciana Francisca, ayuda a muchas personas. Pero no importa cómo, seguro que conocen otras cincuentas iguales a ellas, que ponen su conocimiento y su saber a disposición de otras personas, jóvenes y mayores. Francisca sabe cómo abundan calles siniestras, por todas las zonas suburbiales. Son siempre las mismas. Largas, larguísimas hileras de casitas adosadas, semiseparadas, donde no se puede hablar sin que otros conozcan nuestros secretos. Y en altas torres ya destartaladas y viejas, viven los ocupas. Tan parecidas entre sí las casitas, que solo el jardín las diferencian, le dan un toque de vida, de color, y así se nota la diferencia de los que la habitan. Max se encontraba aquella mañana, entre los laureles de sus ganancias, y los mirtos y las espinas de las rosas, la muerte de su amigo lo había dejado deprimido. Es curiosos como afecta la muerte aunque ajena, cerca del cuello nota un dolor siniestro. Parece que le arrebata toda seguridad en sí mismo, como cuando se descubre en una exploración médica un "agujero negro", un pequeño quiste o se cree lo peor: un cáncer. Aquella mañana era fría. Miguela le indica que se ponga el abrigo de lana azul, no le hace ninguna alusión acerca de la apariencia de su barba. Max se mira al espejo, se mira a los ojos, era casi como si pudiese salir de sí mismo y quería verse lejos, quería poner distancia se ahogaba en el palacete. En su cabeza, se escuchaba las últimas palabras del maestro de Yoga. <<¡Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo. Habla o actúa con una mente impura. Y las dificultades te perseguirán!>> -Esta es una cita de Buda que señala la importancia de prestar atención a nuestras palabras.- Max se pregunta: ¿Porque hablar de cosas intrascendentes está considerado normal?- ¿Porque "darle al palique" consume la mayoría del tiempo en su relación de pareja?- ¿Porque estar en silencio con ciertas personas resulta incómodo? ¿Cómo puedo eludir el dolor y el sufrimiento de este trance? ¿Cómo puedo dejar de vivir esta mentira descarada, no me gusta nada la forma en que vivo? Max se sentía con demasiada carga emocional, su pasado, la tragedia que lo había separado de sus padres; sus dudas y limitaciones de su futuro. Inquieto, rebosante de carga emocional, quería echar fuera todo lo que le molestaba. Las noticias del diario de la mañana, lo vuelve a la realidad. Una multitud acude a despedir al ídolo del fútbol: Diego Armando Maradona. En nuestro avanzado mundo aun asusta adoptar una postura razonable. Los seguidores son una muchedumbre incontrolable, incluso los adultos lloran abatidos. Los recuerdos llegan:<<En el partido de la final de la FIFA del año 2006, el capitán del equipo francés golpeó con la cabeza a un jugador italiano delante de millones de espectadores- con tanta fuerza que éste cayó de bruces-. Una semana después, se disculpó repetidamente - especialmente con los niños diciendo: <<Después de todo, soy humano>> Se dice a si mismo que si las cosas ocurren de este modo, es porque en algún lugar, ahí arriba, así lo han decidido.

-La voz de su abuela retumbó con poderío a través de la línea telefónica.- Max, querido he estado hablando con Sam, tenemos un círculo de calidad que pone a prueba todos nuestros sistemas. El grupo está formado por nuestros mejores cerebros. Según el señor Sam, su círculo de calidad intentaba forzar la seguridad y jugar con el dinero burlando los sistemas de control y seguridad, para comprobar si éstos eran capaces de detestarlo. Los informes sobre sus resultados debían de haber resultado realmente embarazosos. -El nombre de nuestro círculo de calidad para la comprobación de la seguridad es SADO -le contó-. ¡Significa Búsqueda y Destrucción en Acción! -Francesca prorrumpió en carcajadas. Es un rasgo característico de la profesión convertirlo todo en acrónimos. -Abuela, yo lo llamo la ADAME: la amargura De Mi Existencia-. Hasta ahora -prosiguió-, hemos conseguido forzar las contraseñas secretas de los ficheros de nuestros clientes y hacer dos intervenciones activas. La semana pasada instalamos una bomba lógica y todavía estamos esperando que explote. ¡Ja,ja,ja! 

Todo aquello no tenía nada de misterioso. Una intervención activa consiste en intervenir o pinchar una línea telefónica mientras se están moviendo datos (es decir, <<dinero>>) y en alterar la transacción, o sea, cambiar la cantidad o hacer que la abandonen en tu cuenta. lo contrario es una intervención pasiva, que consiste en <<tomar prestado>> el número de cuenta y la contraseña de otra persona y quitar el dinero. Una bomba lógica es más interesante, pero es preciso tener acceso al ordenador para poder instalarla. Se programa el sistema para que, en determinado momento, de repente haga algo que nunca habría hecho, como ingresar dinero en tu cuenta, por poner un ejemplo al azar. Le agradaba que el señor Sam estuviera tan ansioso por compartir su experiencia con una completa extraña. Max ya se había enterado de lo que necesitaba saber y tenía poco que ver con el éxito de su trabajo. Max estaba decidido, presentaría otra propuesta esa misma mañana. Una idea nueva merecía un público nuevo; el próximo iba a ser notable: el Comité de Dirección, el grupo de jefazos que decidía  cómo se debían aplicar los presupuestos del banco. Su autoridad trascendía todos los departamentos, incluido el de Sam; y, aunque <<él>> no formaba parte del Comité, <<su>> jefe era el presidente. Redactó su alegato utilizando información que le había proporcionado Francisca esa misma mañana. ¿Les preocupaba el estado de indefensión de nuestros sistemas? Debía preocuparles, les decía, ¡hasta un niño de seis años podía acceder a nuestros ficheros! Pero los delitos informáticos <<conocidos>> eran tan sólo la punta del iceberg, ¿cuántos de ellos quedaban impunes? Los banqueros debían saber la respuesta mejor que nadie, pensaba Max, pues eran ellos quienes renunciaban a denunciarlos. A las personas que tenían cuentas bancarias no les gustaría enterarse de que el dinero en efectivo, que ellos creían encerrado tras cuatro metros de acero y hormigón, en realidad andaba circulando por todo el mundo a través de líneas telefónicas, tan seguro como una llamada transatlántica. Después de meterles miedo, se lanzaba a saco. Dentro del mismo banco tenían la técnica que podría resolver ese terrible problema: la teoría Z, ese maravilloso método que los japoneses habían aplicado con tanto éxito, que se había convertido en la <<estrategia oficial>> de los principales bancos de Nueva York, como el United Trust, y del que se contaban maravilla. Si el Comité de Dirección aceptaba financiar aSam, el escogería personalmente a los expertos necesarios y forzaría nuestro sistema de seguridad, así de sencillo. Después de todo, ¿de qué otro modo iba a hacerlo. Max se sintió maravillosamente bien cuando le entregó la propuesta metida en un sobre a su jefe. Le pide a su secretario, que pusiera el sello de urgente y confidencial en cada copia y que las enviara esa misma mañana. Estaba seguro de que ninguno de los miembros del Comité iba a oponerse; conseguía dar un paso a una nueva teoría y resolver un antiguo problema. Oponerse a la propuesta de Max, sería como renegar de las madres y de la tarta de manzana. Lejos de tener que sufrir represalias o que se sospechara de él como un ladrón potencial, lo más probable es que se ganara los laureles por llevarse el dinero y devolverlo luego con su rúbrica: Verity Banks, banquero electrónico. Max evitó a Sam permaneciendo encerrado en su destartalado despecho de los suburbios. A las doce se puso su abrigo azul, guardó el trabajo en su maletín, y salió a la calle. Estaba un día gris oscuro, la calle desierta, pero Max sabía que había cámaras de vídeo por todas partes, de modo que si alguien le atacaba, los tipos de seguridad que vigilaban desde arriba podrían verlo con toda comodidad. Subió la rampa de la inclinada calle, esperó delante de las grandes puertas de acero se abrieran, y miró la calle cubierta por una espesa capa de niebla. Cuando llegó al palacete donde vivía, la voz delicada de Miguela le sorprendía: bienvenido mi amor. -Nunca encendía las luces cuando entraba en el despacho de su casa. Le encantaba ver el perfil de sus innumerables libros sobre el fondo de luces distantes. Y en ese instante la voz de su abuela lo exalta: <<Yo soy mi propio demonio>> <<El éxito no te cambia, la fama, sí>>. Francisca estaba aterrada. Notaba como Max la miraba. Max, nadie se conmovía. Parecían casi en trance. Cuando acabé el discurso, todo el mundo aplaudió y Sam empezó a llorar. Entonces supe que Dios me había bendecido.>> 

Continuará si así Dios lo quiere. Una historia para acabar reflexionando. Reflexiones para despertar si buscas Libros que leer encontrarás solución para casi todo. Hoy día lo primordial es descubrir cómo discernir, decidir y rechazar pensamientos y sentimientos despectivos. <<Alinear los valores personales para dirigir de forma impecable, las intenciones puras con decisiones despiertas. Recuperar tu consciencia en el futuro superando los resultados condicionados. Unirte a otros por el bien de la humanidad en relaciones libres de conflicto. Unir el vacío existente entre tu vida <<espiritual>> y tu vida <<real>>. Descubrir cómo tu transformación individual es un requisito previo para la paz mundial>>. Por medio de un esfuerzo consistente, muchos de vosotros habéis creado "buen" karma y estáis disfrutando de unas vidas realmente fantásticas. Cuando todo va bien en la vida, es muy fácil pasar por alto las formidables oportunidades que se te presentan para tu propio desarrollo espiritual. Si has alcanzado un nivel de vida en el que tus necesidades básicas están garantizadas, considera entonces la posibilidad de despertar tus relaciones relevantes como un interés primordial. ¿Cómo va a ser hoy tu universo de relaciones relevantes? ¿El cielo o esperar por el cielo? Dios nunca nos abandona. Dios es hoy aún un gran enigma. Un misterio es Jesucristo. ¿Era demasiado bueno para vivir entre los hombres? ¡Un mundo más justo es posible si todos despertamos a la Verdad! Dios. He tomado prestado algunos textos y al modificarlo interactuó. Gracias.


jueves, 19 de noviembre de 2020

 LA VIDENCIA EN BUSCA DEL PASADO REMOTO CREA LA EXPERIENCIA DEL MISTERIO DEL FUTURO DE LO PORVENIR

No pretendo asombrar a ningún hijo de Dios, o del Universo, o de la Tierra como ustedes prefieran denominarse. Ya sé que soy una recolectora de textos de los sabios que nos han precedido, y así los quiero mostrar, dando mi toque mágico; nuestros antepasados que han escrito sobre la actividad que se desarrolla en el mundo, la Experiencia, ha creado lo más prodigioso: el Misterio. Ha sabido hacer oscuro su camino a su propia vista. Ha compuesto el mundo fenoménico con medios tales como el olvido, la distancia, la debilidad de los sentidos, las proyecciones y los conflictos de cada espectador. La Experiencia ha triunfado al reconocer que se desconoce. Se ha convertido para sí misma en objeto de intriga. ¿Acaso podemos nosotros, con la forma de nuestro espíritu, imaginar un universo enteramente acabado? La ciencia del abuelo decía <<sí>>. Los mejores científicos de nuestros días dicen <<no>>. ¡Que bien estaba ordenado el mundo en la belle époque! No me refiero solo a la estabilidad política, económica y social. Se trata aquí del Universo de los sabios. La Física parecía haber alcanzado su fin y su cumbre. Los planetas obedecían a las reglas de Newton, lo mismo que las manzanas, las bolas de billar o los granos de arena. Cada cuerpo se movía dentro de la órbita que le había sido asignada por la mecánica clásica. A nosotros nos importa sólo conocer la posición exacta de cada átomo, su masa,  su velocidad y la dirección de su movimiento. Con ello, todo está hecho. En aquel tiempo se trataba de causas y efectos. Aquel Universo en el que reinaba el determinismo, aquel Universo tan estable como la renta francesa, ¡ah, qué consolador era para el sentimiento de inseguridad del hombre! Algunos filósofos se lamentaban..., pero, ¿cuándo no se lamentaban los filósofos? En el seno de esta cosmogonía mecanicista, los pensamientos eran sólo epifenómenos indignos de un pensador serio. La reacción de la medida sobre el objeto medido habría parecido inverosímil antes de la mecánica cuántica. Hoy sabemos que sólo lo verdadero es inverosímil. El observador modifica el fenómeno observado. La disimetría de hecho tiene razón contra la simetría de derecho. <<La clarividencia no es una enfermedad vergonzosa>>.


Cuando tiene miedo de un fantasma, el hombre que se considera serio exclama: <<¡soy cartesiano!>>, como si blandiera un amuleto. Y precisamente este cartesiano que se oculta en el regazo de una madre es al que habría que pedirle certificado médico y los documentos de identidad. Freud -que, sin embargo abrió tantas puertas a lo inconsciente- tardó diez años en admitir el simple hecho de la telepatía. Siempre honesto, no duda en admitir que esta repugnancia era debida <<al miedo de que la teoría científica universal quedase amenazada por ello>>. Pero, ¿cómo es posible que una teoría pueda ser más preciosa que un hecho? Más he aquí que el comienzo de siglo empieza a prepararnos suavemente para lo irracional. Por tanto, la Ciencia ha podido abandonar la prisión caresiana sólo gracias a una nueva visión filosófica. <<Las palabras permanecen>>. Pero lo que designan queda disuelto en la niebla. Nadie sabe ya lo que es materia. Nadie sabe ya -nadie sabe ya, o quizá no lo sabe aún, o tal vez no lo sabrá nunca- lo que es el espíritu. Después de todo el mundo no se haya tan ordenado como se cree. Y esto es verdaderamente terrible para el sentimiento de inseguridad de los occidentales. Menos obsesionados por la angustia, los microfísicos son los más aptos para aceptar lo irracional. Heisenberg afirma: <<Hoy, lo único realmente científico es la imprecisión.>> ¿No se encuentra aquí la misma intención que en el <<embruteceos>> de un Pascal? Más aún que einstein, Heisenberg sacude los cimientos de la seguridad occidental cuando enfoca las ecuaciones de incertidumbre. En un átomo se pueden conocer tanto el desplazamiento de un electrón como su velocidad, pero jamás las dos cosas a la vez. ¿Conocemos su velocidad? Entonces ignoramos su desplazamiento, porque mientras calculamos, se ha movido. (¿No se trata acaso del ridículo desafío de Aquiles y la tortuga, ¡oh, Zenón de elea!?) Si situamos el emplazamiento de un electrón, no sabemos su velocidad. De todas formas, el experimentador perturba el objeto al que se acerca. <<Según los físicos de la Escuela danesa, cada plano corresponde a ciertos dominios de la actividad y de la afectividad. Hay subjetividad no sólo del conocimiento, sino también del Universo. El mundo físico se revela ahora como un juego de apariencias superpuestas. ¡Cuán cerca se halla esta idea de la maya de los hindúes! A esta reducción de nuestro Universo a un <<subjetivismo prababilista>> se adhirieron todos los congresistas bueno, casi todos. Sólo se opusieron a ello un dominico muy tomista y el delegado de la URSS. El indeterminismo cuántico era para ellos una píldora imposible de tragar. <<Veamos -había dicho el buen padre-: Esos torbellinos, esos micrones que describen ustedes son, a fin de cuentas, una especie de materia, ¿no es así?>> ¿Y quién apoyó al buen padre? Pues, aunque ustedes no lo crean ¡el soviético! 

Los físicos daneses habían respondido que los microobjetos podían ser un estado de ánimo del experimentador, y que nada en microfísica nos estimularía a calificar como torbellinos unos materiales que eran más bien elementos afectivos. El dominico y el ruso se aferraron a la materia de la misma forma que los niños aprehenden fuertemente un puñado de arena que se les escapa de los dedos. <<(Eran tantos los libros, los documentos que su familia había recopilado sobre Napoleón, que su casa era un constante ir y venir de investigadores que se zambullían en legajos y manuscritos para escudriñar y sacar a la luz la vida pública e íntima del pequeño gran corso. Max también tenía sangre corsa en sus venas y sus antepasados habían seguido a Jay Gould: <<Dadme tiempo y haré una fortuna>>. ¡Oh, Max ha seguido a su padre y a su abuelo, es un agente de la Bolsa! Era huérfano y vivía rodeado de muebles Imperio en un palacete con su esposa, Miguela, y su abuela. La anciana, a pesar de su avanzada edad, 93 años, era capaz de recitar las mejores poesía de todas las antologías sin parpadear. Francisca poseía en sus archivos multitud de recetas y menús de la época napoleónica que le habían dado a la anciana para editar un curioso libro en el que además de las recetas de los grandes cocineros, recetaba plantas medicinales, que lo curaban casi todo, desde las migrañas a las colítis, las ulceras, obstruciones intestinales o el mal de amores.

Max había  alquilado una destartalada oficina, lejos del palacete. Una fría mañana de noviembre se hallaba sentado, solo, era un joven de rostro demacrado, pálido y ojeroso, que contemplaba desde su ventana, la salida del sol. Había permanecido despierto durante toda la noche y frente a él se apilaban varias tazas de café. Se encontraba sumido en la angustia, como si hubiera tocado el fondo de un estrecho pozo, que le estaba ahogando. Sentía frío, la caldera no funcionaba, llevaba días esperando a los técnicos para que les instalara un moderno aparato, era un hombre austero, muy ahorrativo. Su oficina era desoladora, apenas tenía muebles, un sillón y varias sillas, una sencilla mesa de escritorio. Con eso le bastaba, puesto que apenas paraba en la destartalada oficina. En una pared había varios cuadros, no había títulos, ni de abogado ni de economista; Max no tenía ningún título académico, sólo había estudiado lo esencial, y con eso le bastaba porque era un lince para los negocios. La ventana, daba a una calle muy tranquila, el brillo del sol traslucía multiplicandose en los limpios cristales. Sobre el escritorio se amontonaban los libros de cuenta, papeles amarillentos se acumulaban sin orden ni concierto sobre la sencilla mesa. El joven seguía sentado en silencio. Al despuntar el sol, se inclinó hacia delante para encender la televisión. Una joven presentadora, meneo la cabeza de un lado a otro para ajustar su visión y comenzó a leer las estadísticas, de los difuntos y enfermos por la pandemia de Covid 19. Max permaneció inmóvil, pero en sus ojos asomó la tristeza, había un extraño brillo, en los ojos de la joven presentadora, como si un fuego interior hubiera despertado a la vida. Era una mirada aterradora, que Max hubiera querido no mirar, que muchos tenían motivos para desear olvidar. Max se detuvo mirando la televisión solo unos minutos; luego salió hasta una pequeña terraza, donde enciende un cigarrillo, se asustó, la ventana dio varios golpes al abrir la puerta que daba a la terraza se hizo un remolino de aire, una extraña corriente recorrió el pequeño cuarto, entonces cruzó la estancia y cerró la ventana. Con gran cautela, encendió su ordenador y allí que se calmó, varios mensajes recibidos con grandes noticias, sus inversiones han subido por las nubes. ¿Pero cómo es posible? La oferta y la demanda estaba paralizada, pero sus negocios eran de andar por casa. Inversiones siempre rentables: Farmacia y energías.

Max acumulaba tanto dinero, que no sabia ni que hacer. Por eso acudía a un centro de Yoga, para meditar, para llenarse de espiritualidad. Las noticias le resultó inquietante por dos motivos. En primer lugar, notó un lento y pesado zumbido en los oídos cuando escuchaba los datos tan violentos que daba la presentadora, y un tipo muy famoso un mago en los ordenadores y científico, había muerto por Covid 19. Lo había conocido un día en el banco. Le había dicho en ese primer encuentro la famosa frase de: R. H. Tawney: <<Un mercado de dinero organizado tiene muchas ventajas, pero no es una escuela de ética social ni de responsabilidad política.>> A la mañana siguiente se volvieron a encontrar, y así durante sucesivos días se fueron haciendo amigos. Se sentaban en una cafetería a tomar zumo de naranja, se fue desarrollando una gran amistad. Fran era, el auténtico mago de las ciencias, de las matemáticas que había desarrollado varios programas de los primeros ordenadores. En su corta vida se había convertido en una de las figuras punteras del procesamiento de datos. La mayoría de las personas que trabajan con ordenadores han leído sus obras en un momento u otro. Pero, a Fran, lo había conquistado Max, con su maravillosa biblioteca, sobre los libros recopilados sobre Napoleón. Max, solía invitar a su amigo a degustar los exquisitos platos que preparaba su anciana abuela... Otro día trataré de mejorar los cuentos, quiero hacer relatos cortos, para no aburrir a nadie, y así tampoco me canso yo. 

¿Recuerda esta frase?:

 <<La disciplina de las máquinas 

elimina los cimientos de la Ley y orden sobre los

que se basa la empresa comercial.

¿Qué puede hacerse para salvar a la humanidad civilizada de

la vulgarización y la desintegración forjadas por la

industria de las máquinas?>>.

The Machine Age

Thorstein Veblen.

Yo quiero tener fe en los hombres y mujeres

Confianza en la gente que administran dinero

Porque, Señor, Dios, yo te he visto en mi casa

Y quiero con todas mis fuerzas volver a verte

Quiero creer que te volveré a ver solo o acompañado

Te ví, sí que te ví, cuando estaba desesperada y sola

Eran tus ojos limpios como dos luceros mañaneros

Comprendo ahora que todo lo malo nos ocurre por

las viejas culpas, lo sé sin velos, lo sé porque lo veo

Quiero creer en los gobernantes de ahora son buenos

Quiero tener absoluta confianza en que despierten

Que comprendan que de nada sirve acumular dinero

Limpia de cieno los ojos cansados de los viejos egoístas

Devuelveles aquellas puras sensaciones del amor primero

El aire se ha vuelto puro y transparente sin humos de hidrocarburos

Ya todo asombra y todo se está enterrando en las viejas sombras

Tu que pusiste las frescas gotas de la sabiduría en su cabeza y olvidan, y debajo dejan correr la miel y la hiel rebosando el miedo. Ya Jesús, padrecito y hermano, Dios, y Salvador el redentor nuestro. Ya Hijo del Hombre, los desahuciados de la Tierra lloran sus penas. Ya basta, ¡basta ya de tanta barbarie! y debajo de la piel se escribe. Escrito está la devoción de los hombres al trabajo en los talleres. Familias derrotadas, puramente mal administrados todos los recursos. Y el abandono es tan absoluto que ya nada asombra de estos incautos. Guerra en el horizonte marroquí, guerras en África son sin fin y que fin y oscuro lastran los plomos de los fusiles y quieren volver en pateras, buscando la tierra del rocío y de la gente alegre, y que venda tienen en los ojos, y que pesan los párpados con esas transparencias. La vida es una novela nostálgica y cómica y nada tiene de gracia aquí, rebelión de piojos ingratos, que no saben como pican en el brazo; porque yo Señor, yo te he visto, y yo te ruego que los demás te vean para que en Ti crean, y quiero creer en Tu bondad y en Tu paz, y que yo quiero y deseo creer en los hombres y mujeres de Fe.