Huele un humo dulce. Max se gira en la dirección en que viene el aroma del humo. Un olor agradable. Huele a otoño, se siente en el jardín el fresco olor del otoño. Camina hacia el jardín, está de pie, mirando con atención como un sol de color amarillo brillante está suspendido cerca del horizonte. Empieza a fijarse en las hojas verdes que resplandecen a la luz del sol. Un vasto jardín, un jardín que se extiende hasta donde la vista no alcanza. Es una mañana de otoño; noviembre finaliza. El sol está lleno de claros presagios de lluvia; el cielo, despejado cerca del sol, más arriba se escucha los trinos leves de los pájaros en su canto matinal. El aire fresco y balsámico. Escucha el susurro de la brisa suave el roce de las hojas en tono delicado; un tono bajo ejerce el aire contra las hojas. Max camina por un sendero a cuyos lados hay rosales silvestres, majestuosas palmeras, lo conducen a una vega llana a cuyos lados hay naranjos altos y frondosos cargados de naranjas. Brillan con fuerza a la luz tibia del sol, naranjas brillantes junto al verde intenso del follaje. Las naranjas están maduras. Cuelgan pesadamente de las ramas. Hay naranjas por el suelo. El dulce perfume de las naranjas impregna el aire. Max se estira, coge una naranja, la huele, se la acerca a la cabeza y se frota, de atrás hacia adelante varias veces; la acaricia, siente la superficie rugosa de su piel. Toma unas cuantas naranjas. Continua paseando, ha llegado a un rincón donde florecen pequeñas rosas silvestres; acaricia sus pétalos, huele su aroma y continua caminando en dirección al palacete. Resplandece la luz del sol, ha llegado ante una inmensa piscina cubierta, se quita la ropa, deslizandose en el agua tibia de la piscina, nada varias veces de una extremo al otro. Sale del agua y se dirige con paso firme hacia unas escaleras de mármol de carrara, siente frío, siente el sol tibio de otoño sobre su cuerpo desnudo. Entra en el salón, hay una chimenea encendida con una hoguera resplandeciente; anima el fuego con nuevos troncos y hojas de laurel frescas. Envuelto en una suave bata, se sienta frente al fuego, y mira, con ojos de niño como saltan las llamas. Es domingo, tiene todo el día para descansar, nada que hacer.
Era optimista como lo habían sido su abuelo y su padre. Llevaba ya mucho tiempo mirando la hoguera. Las llamas sin dejar de danzar, Max estaba disfruntando mucho, de aquel aroma dulce. Era optimista, siempre lo había sido, y eso fue parte de su salvación. Había que seguir adelante, con la esperanza de ir a pescar algún día acompañado de un hijo. En verano solía ir a pescar con su padre. Lo que más le atraía por encima de todo era la idea de ir a pescar acompañado; como él acompañaba a su padre a los siete años. Su madre no iba nunca; a su madre le aterrorizaba la idea de que se acercase al agua. Le había prohibido acercarse al riachuelo que corría por el interior de la finca; de la forma en que los padres de entonces lo prohibian todo, y él no se había dado cuenta aún de que los adultos no ven más allá de sus narices. La idea de ir a pescar con sus amigos le fascinaba irresistiblemente de pequeño, ahora de adulto tenía prisa por ir a pescar con un hijo. Soñaba, se veía sentado bajo el sauce, cerca del pequeño estanque donde veía las pequeñas carpas saltar, subían rápidamente a la superficie se zampaban algún bicho y volvían a sumergirse. Recordaba con nostalgia. Las mañanas de invierno, se quedaba en la cama despierto y pensaba en las cosas que su abuela le había explicado: la manera de hacer negocios, la sacudidas que daba la Bolsa al hundirse, el movimiento y el forcejeo del pez al extremo del sedal le había hecho pensar y vuelta a la realidad, se llegó a sentir pez, pero ¿para qué hablar del extraordinario encanto que tiene para un niño la pesca y todo lo referente a ella? El mundo que recordaba era tan diferente de este en el que vive, ahora le resultaba difícil creer que sus padres habían vivido alguna vez.
Max había cambiado mucho, y había tenido sus años buenos y malas temporadas, más buenas que malas. Pensaba que era estupendo que un hijo suyo fuera el dueño de un Ferrari y viva en un palacio presidencial. Max se repetía las frases que aprendía de su maestro de Yoga: <<Es con nuestros pensamientos que creamos el mundo. El miedo al cambio no tiene sentido y que la resistencia a la transformación es una señal de que estás ¡preparado para evolucionar! Quienes persistan descubrirán que la confianza de la transformación convierte la confusión en Verdad. En el camino espiritual, todos los miedos limitantes se disolverán teniendo objetividad el ego. Las dificultades emocionales y psicológicas son normalmente una manifestación de mediocridad disfrazada de satisfacción. Generalmente se necesita más energía para disimular que eres feliz que para superar el sufrimiento innecesario.
En realidad, la angustia no es ocasionada por las cosas que te ocurren; es el resultado de tu oposición consciente o inconsciente a tu derecho a la transformación. Los que han despertado persiguen el desarrollo de la consciencia, ésa es la razón por la que aparentan no tener miedo. No es que no lo tengan, sino que han comprendido que el cambio sólo asusta cuando tratas de evitarlo. Para los despiertos, la armonía no es más que el prodigio benigno del caos. Saben que la vida está en un estado constante de cambio y que una expresión de armonía crea armonía, a pesar de las condiciones imperantes. A partir de este conocimiento surge una paz infinita y la habilidad para manifestar sus sueños más aventurados sin ninguna perspectiva de "éxito" o "fracaso", "ganancia" o "pérdida". Cuando expresas tus pensamientos en forma de palabras o acciones, estás creando algo que no había existido antes. Por lo tanto, los cambios son visibles en esos momentos. Un "árbol" en cambio no "crece", "echa brotes", "florece", "pierde las hojas", "se cae", "se parte" y "se descompone". Si eliminamos las etiquetas, todos esos movimientos se convierte en uno. La superficie elevada del océano siempre está "cambiando"; por lo tanto, siempre es el mismo en sus alteraciones interminables implícitas. Míralo de este modo y te darás cuenta de que no existe más cambio que el que tú eliges expresar.>>
Ni ver con claridad un futuro esperanzador. Su abuela, le contó un día, ilusionada, que había visto un dragón con los ojos rojos brillantes, cerca de él. Además le había hablado de los buenos presagios de las estrellas. Los cuentos, que le había contado su abuela le daban motivo para seguir. La muerte de sus padres, era una triste realidad. Max se imaginaba que estaba viviendo una película, quizás los protagonistas siguen existiendo en algún lugar del Universo. Lamentablemente, eso es lo que nos espera a todos. Por mucho que nos esforcemos, no hay forma de escapar de la vejez y la muerte. Los padres de Max, murieron por causa de una cruel enfermedad. Como dice la Biblia, somos <<una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece>>.
Aparece, Miguela en la sala, su esposa, tan nerviosa que apenas le salían las palabras. -¿Pero, de qué te ríes? -le preguntó Max. -¿Reír? Lo que estoy es llorando de miedo. ¿Es que no te has enterado? Había gente congregada en la calle, en las proximidades del Ayuntamiento. Su número iba en aumento y sus intenciones eran difíciles de adivinar, pero daban mala espina. El alcalde seguía solo en la sede de la corporación municipal y se empezó a intranquilizar. Temía que en cualquier momento entrarán a por él quienes se estaban organizando en frente. En aquella época, Max iba armado. Llevaba una pistola porque al igual que su padre y su abuelo había recibido numerosas amenazas de muerte y había sido agredido en más de una ocasión por elementos radicales, unas veces de derechas y en está ocasión eran de izquierdas. Un altercado ocurrido entre la policía y un hombre de color, había lanzado a la calle a miles de personas, que se solidarizaban con el hombre agredido, por mal infortunio,herido mortalmente. La causa de su muerte no estaba clara y la gente se manifestaba, con la pretensión de aclarar la cuestión.
Temían por sus libertades sociales, las cívicas. Eso lo vio con gran frialdad. Aquella mañana su imaginación, ya de por sí inquieta, voló con las alas del niño. Se imaginó mil escenas, incluso pensó en si sería capaz de disparar, si invadían su propiedad, e hizo inventario de la munición que tenía. <<Es tremenda la frialdad con que puedes llegar a ver las cosas en un momento así; al día siguiente, sin embargo, todo te da temblor.>> Las escenas se quedaron, afortunadamente, en su imaginación, y ni entró nadie ni pasó nada. Los tres o cuatro hombres que custodiaban el palacete aquel día se mantuvieron leales en su puesto.
Francisca viene de dar ocho vueltas a la manzana del palacete pero no parece en absoluto fatigada. Su aspecto es saludable y brioso. <<El problema de corazón ya no existe -dice satisfecha-, los médicos dicen que no hay señales de nada, no hay necrosis.>> Con todo, Francisca se cuida mucho más que antes Se toma como obligación el ir al gimnasio unas tres veces por semanas y sigue una dieta, aunque ésta no es consecuencia de su fallo cardiaco, sino que responde aun problema colateral de la pena sufrida, es decir, la enfermedad y muerte de su hija y su yerno han dejado consecuencias graves. <<No sufro nada por ello porque es prácticamente una dieta normal: pescados, verduras, cocidos, potajes, tostaditas con aceite y ajitos, que me encantan. Como de todo pero si excesos, sobre todo no me privo del queso. En fin, en esto sí que tengo una voluntad de hierro, no quiero volver a caer.>>
Donde también la tiene es en el fumar, por mucho que la abstinencia le cueste bastante y conserve la añoranza. Fumadora empedernida antes de visitar el hospital, no ha vuelto a coger un pitillo desde entonces, aunque le sigue gustando. <<Me encanta que fumen a mi alrededor>>, dice mientras aspira el humo que se levanta en volutas. Se sabe poseedora de una voluntad que puede con todo o casi todo. Si algo se le mete entre ceja y ceja, a terquedad no hay quien le gane. En su trabajo, desde luego, es de lo más tesonera. No obstante, en algunos empeños de su vida cotidiana hay cosas en que le hubiera gustado serlo más, <<porque hay veces en que no persevero; por ejemplo, en concluir mi vida personal... Tuve tres hijos, y me ahoga la pena; mi hija era una niña delicada, cuando tenía treinta años su pelo claro se tiñó de blanco y sus ojos azules se volvieron grises; no hubo elección se gastó su vida. ¿Qué podía ser si no un cáncer? En aquella época estaba aterrada. Notaba cómo la gente me miraba en el hospital. Nadie se movía. Parecían casi en trance. Cuando murió, todo el mundo lloró. Desapareció en pleno auge de su carrera. <<El dinero no trae la felicidad>>. Lo que sí conlleva es la carga de ser una constante decepción ante tu propia familia. <<Yo soy mi propio demonio>> Nuestra familia son a veces incluso más duros que la mala prensa o las malas lenguas. Ellos nunca perdonaron mi tormentoso matrimonio con Bobby, a partir del cual, dirían, ella empezó a perder el control y acabaría perdiendo la cabeza. Y eso que la primera vez que confesó sus problemas con las drogas reconoció que nadie la había metido en eso: <<Nadie me obliga a hacer nada que yo no quiera hacer. Es mi decisión. Yo soy mi propio demonio.>>. Francisca había convivido con las drogas desde que tenía uso de razón, pero su imagen nunca se recuperó después de dar la cara. Muchos piensan que por eso mismo tampoco se arriesgó a confesar que había estado enamorada de un chico de color; porque, al igual que su madre, no lo aceptarían, opinarían, juzgarían.
Francisca llevaba su pena pegada al alma. Era una mujer muy observadora, cualidad ésta que le viene con seguridad desde la infancia, ya que se pasaba horas y horas observando a los demás, desde un balcón o desde cualquier esquina. Era una criatura muy tímida que ahora cerca del siglo, se recuerda como <<una niña normalita, introvertida, con un regusto especial por la lectura que todavía tiene>> Una niña sobre todo soñadora. Fue educada entre rígidas reglas militares y las más estrictas normas religiosas. Por el hecho de ser mujer, cosa que decepcionó profundamente a su padre D. Maximiliano, frustrado general y aspirante a salvador de su patria. Francisca tuvo todos los derechos en el hogar familiar; pero ninguno fuera de él. La Madre Doña Lucrecia, se pasó la vida anhelando que su hija se casara con un rico banquero y llegara a ser millonaria. ¡Lo consiguió! Al igual que su abuela Francisca poseía una belleza única. ¡Vaya que si lo consiguió! Se casó, con un emigrante español que logró reunir una hermosa y selecta biblioteca de más de 100.000 volúmenes, donde la avispada muchacha pasaba horas y horas descubriendo la etimología y la historia de lo que su padre denominaba el arte de hacerse rica.
Toda la erudición adquirida en ensayos de los clásicos la aplicaba Francisca en su vida; conoció a renombrados filólogos y sabios historiadores. Presenciar su magisterio era sumergirse en las épocas doradas de los grandes maestros de las finanzas y de la política. Pero el paso del tiempo no perdona y Francisca perdió a su abuelo, a sus padres, y lo que peor soporta es la muerte de su querida hija. Dado que la muchacha padecía de melancolía por no estar junto a su esposo. El hombre desapareció en una época de penuria. Emprendió un penoso viaje entre exultantes consignas. En voz baja evoca las imágenes de su yerno: <<Fui militar un poco por casualidad, era hijo único y eso me marcó, incluso pasaba unas vergüenzas terribles por ser hijo único, exageradamente mimado por mi madre.>> Su padre, y la familia paterna, fueron sencillo labradores, su madre una mujer de "raza", y su abuelo materno nació en Londres. En ese marco familiar sorprendió al joven Jules la guerra de las Malvinas, donde enfermó y nunca logro recuperarse. Milagrosamente, tuvo suerte en la guerra. Le respetaron las balas y los fogonazos de los cañones. No puede sobreponerse a la depresión. Nada puede alegrar su estrecha mente, apaga su imaginación y esteriliza el espíritu, se enfrentaría a un cáncer de vejiga. -De alguna manera la guerra acaba exterminando a los hombres. <<La función de la política, de gobernar, es tan absorbente que deja poco tiempo disponible para trazar planes a largo plazo y recordar los principios que deben inspirarlos.>>
<<Yo elegí ser militar y ahora, aun cuando tal vez estemos ahora de capa caída, lo militar significa para mí muchísimas cosas, sobre todo dignidad.>> Esa palabra, militar, la sigue llevando con gran orgullo, mientras se muestra muy crítico con la política: <<La política es un pequeño asco, porque la mayoría de quienes encarnan no se preocupan de los fines, sino de los medios; como bien escribió el florentino Maquiavelo: <<Quien ostenta el poder, siempre ha de utilizar unos procedimientos despiadados, sin disimulo ni recato>>; es preciso, pues, si se desea triunfar en política, mentir, engañar, simular, porque para conseguir sus propósitos tiene que prescindir de toda virtud ética y entregarse al materialismo violento e inmisericorde. Nada estrecha tanto la mente, apaga la imaginación y esteriliza el espíritu como la política activa y el Gobierno. La función de la política, de gobernar, es tan absorbente que deja poco tiempo disponible para trazar planes a largo plazo y recordar los principios que deben inspirarlos.>> ¡Dios mío! Cómo recuerdo aquel día yo estaba de viaje en Casa Blanca, y me avisaron, acudí al Hospital Clínico, estaba mal, muy mal, yo no creí que tanto, no me dejaron estar mucho tiempo en la habitación... Fue algo terrible, muy duro, en ese momento palpe la verdad de la tragedia. Años después, su nieto Max es adoptado por Sam, un corredor de bolsa y Tom, el padre de Sam, se convierte en abuelo de Max. Así, llega a trabajar en la banca. ¡Las vueltas que da la vida! Hoy viene bien, una alegría culinaria, los lunes en Andalucía pega bien un buen plato de lentejas y cocretas de puchero. Con eso se pierde la melancolía del dominguero. Total, que de una abuela, se puede esperar cualquier cosa. Francisca entre perolas puede escribir la antología de las recetas que recorta y pega en eso ella es única, y ahora anda ella triste; una tristeza indefinida, cuando le vió... continuará, si Dios lo quiere. Esto es solo un ensayo mis cuentos y relatos son sencillos.